lunes, 14 de marzo de 2016

El liderazgo en las organizaciones venezolanas

Por Alexandra Márquez V.

Evolución y tendencias el liderazgo en las organizaciones venezolanas
 Uno de los principales objetivos de cualquier empresa privada es sobrevivir. Para sobrevivir es necesario adaptarse al entorno económico, político, legal y social en el que se desenvuelve la organización, aprovechando las oportunidades y evitando las amenazas. En consecuencia, el ambiente en el cual nacieron y se desarrollaron las empresas privadas venezolanas ejerció un indudable efecto sobre estas organizaciones, su conducta, estilo de liderazgo y desempeño, tanto en el corto como en el largo plazo  (Pirela, Rengifo, Arvanitis, & Mercado, 1996; Naím, 1986).

El nacimiento de la industrialización venezolana
Durante los años cincuenta y mediados de los ochenta, las empresas privadas venezolanas nacieron y se desarrollaron en un ambiente donde el mercado interno para sus productos era reducido, además, las posibilidades de exportarlos al exterior eran muy limitadas (Naím, 1989). Bajo esas circunstancias, las empresas se caracterizaron por un crecimiento basado en una intensa diversificación de sus productos y mercados. Este ambiente de pocas empresas participando en un mismo mercado, aunado a una holgada situación económica debido al ingreso petrolero y las políticas de sustitución de importaciones, tuvo consecuencias sobre el crecimiento de las empresas privadas venezolanas (Naím, 1989).
Para 1980, las firmas industriales del país tenían menos de 20 años de edad (Naím, 1986), es decir, Venezuela poseía un parque industrial relativamente joven, siendo para ese momento empresas de “primera generación”, en el sentido, de que las personas que las fundaron todavía se mantenían activas y ejercían una influencia determinante en la toma de decisiones. El hecho de que aún no se hubiera producido la transferencia de control por parte de los empresarios fundadores a la generación de relevo, tuvo importantes implicaciones para la empresa privada venezolana (Naím, 1986).
Las políticas de sustitución de importaciones, apoyadas en el enorme volumen de recursos financieros provenientes de la renta petrolera, crearon nuevas y diferentes oportunidades para la inversión privada a un ritmo vertiginoso, lo cual fueron aprovechadas por las empresas que ya existían y eran las que disponían del capital, la organización, la experiencia y las relaciones necesarias para emprender los nuevos negocios (Naím, 1989). Lo cual trajo como característica que las nuevas oportunidades empresariales que iban apareciendo, por lo general estaban muy vinculadas a la acción del Estado venezolano. Estas condiciones, hicieron que la posibilidad de desarrollar relaciones personales, mediante las cuales se pudiese obtener acceso directo a información privilegiada de entes públicos o la posibilidad de influir en las decisiones, se transformara en una fuente invalorable de nuevas oportunidades empresariales antes que las capacidades y habilidades gerenciales.
Además, las empresas privadas venezolanas se caracterizaron por tener un importante componente familiar: sus principales accionistas y gerentes tienden a pertenecer a una misma familia (Naím, 1986). En Venezuela, la estructura de las leyes sucesorales así como el régimen fiscal y otros determinantes financieros y sociales estimularon la creación y mantenimiento de empresas poseídas y gerenciadas por miembros de una misma familia. Este rasgo de empresas familiares se observa tanto en las grandes como en las pequeñas y medianas empresas.
La situación favorable de contar con un mercado de consumidores de alto ingreso per cápita, derivado del continuo incremento del gasto público producto de la renta petrolera, creó las condiciones para que las empresas venezolanas no tuvieran incentivos para exportar. Así mismo, el tipo de cambio fijo permitió importar materia prima y maquinaria, fortaleciendo el aparato productivo nacional. Finalmente, el Estado con su política de sustitución de importaciones, generó que el éxito de las empresas no se produjese en un ambiente de competencia similar al existente en países desarrollados (Soto, 2015).
Por tanto, más allá del logro técnico de las empresas y sus habilidades y capacidades de gestión, prevaleció la figura de las relaciones filiales y de amiguismo con un contacto en un cargo de poder. Al respecto, Torres (2000) expone que el venezolano tiende a pensar que no es educación, méritos o calificaciones lo que se requiere para ascender y mejorar en las organizaciones venezolana, por ende la famosa fase: "yo no pido que me den, sino que me pongan donde haiga" (p.51). Ante este panorama, es más importante el contacto adecuado con quienes están en los cargos de poder e influencia. El "contacto" se vuelve crítico para aumentar las posibilidades de éxito de las organizaciones, tanto públicas como privadas. Esto contribuyó a que más que líderes existieran caudillos legitimados más en su capacidad de resolver problemas y tener contactos, que en sus capacidades técnicas y gerenciales (Naím, 1989; Torres, 2000). Por ello, McClelland (citado en Soto, 2015) señala que la renta petrolera y la intervención del Estado fueron quienes permitieron el surgimiento de un bienestar colectivo y un desarrollo de las organizaciones venezolanas sin que el motivador principal de las mismas fuese la orientación al logro.
Los elementos mencionados anteriormente, ofrecen indicios acerca de qué cultura y el estilo de liderazgo se ha ejercido en las organizaciones venezolanas. Según Soto (2015), los elementos característicos del liderazgo en las empresas venezolanas son de tipo transaccional, con una alta orientación al poder y la externalización de las responsabilidades, así como líderes poco solidarios, con una alta orientación a la filiación y una baja orientación al logro. La cultura que ha acompañado la evolución del desarrollo empresarial venezolano tiene relevantes diferencias con la cultura asociada de naciones europeas y norteamericana. Esto no sólo involucra herramientas gerenciales, sino que involucra al factor humano, especialmente el estilo de liderazgo.

El Gran Viraje
Al asumir Carlos Andrés Pérez la presidencia a comienzos de 1989, el Estado venezolano no contaba con suficientes recursos para cubrir sus gastos ni para seguir manteniendo las pérdidas generadas por las empresas estatales. El presidente Pérez con la implantación del Programa de Ajustes Macroeconómicos, llamado el Gran Viraje de 180 grados, pretendía modificar el modelo sustitutivo por uno de economía de mercado. Por otro lado, se da inició al proceso de descentralización del sistema político nacional, particularmente con las elecciones de Gobernadores y Alcaldes por primera vez en la historia democrática venezolana.
A raíz de la crisis y el estancamiento de los mercados, la tendencia de las empresas venezolanas fue a hacia una mayor consolidación de sus negocios centrales que se reflejó en una mayor propensión a buscar negocios complementarios y asociados con los que ya contaban (Naím, 1989). Otro cambio importante en el desarrollo estratégico de las empresas venezolanas fue la incursión en mercados extranjeros. Otra tendencia en el desarrollo de las empresas fue el reconocimiento de los aspectos organizaciones sobre la rentabilidad de la empresa. Igualmente significó el inicio  de la demanda de gerentes con mayor preparación técnica y gerencial, y una tendencia a disminuir el grado de informalidad con que se manejan las empresas del país, incluidas a las más grandes (Naím, 1989).
La mayoría de las organizaciones sufrieron cambios estructurales y estratégicos: achatamiento, reducción de personal, fusión, redefinición del eje principal del negocio, descentralización, diversificación o concentración. Estos cambios estuvieron dirigidos a sobrevivir, concentrarse más en sus fortalezas o a buscar el complemento de sus debilidades (Granell, 1994).

La Llegada del Comandante
Con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, en 1998, significó el inicio de un proceso de transformaciones  políticas, económicas, sociales, legales y culturales para las organizaciones públicas y privadas venezolanas.  Una economía en detrimento, descomposición del tejido social por el empobrecimiento, creciente informalización de la población económicamente activa, tasas de desempleo abierto en aumento, inseguridad y corrupción, minaron las bases de la democracia construida por partidos políticos, instituciones y factores de poder desde 1958 .
En el gobierno de Chávez se intenta llevar a cabo un modelo de desarrollo económico y social alternativo, plasmado en su propuesta electoral y en los lineamientos de acción del Plan de la Nación, donde se pone especial énfasis en la economía social impulsada y fomentada por el Estado venezolano, producto de lo cual tienen lugar una serie de cambios jurídicos, sociales y económicos. La política petrolera del proyecto bolivariano reafirma la propiedad estatal sobre el subsuelo y busca recuperar para el Estado el control de esa industria planteando en las Líneas Generales del Plan de la Nación una renovada industrialización mediante un proceso aguas abajo de la industria petrolera.
En el año de 2003, el gobierno bolivariano comienza a operar las misiones, inicialmente concebidas como operativos de emergencia para solucionar las carencias generadas por el paro petrolero en las condiciones de vida de amplios sectores pobres. Las misiones promueven estructuras de la administración pública paralelas a las tradicionales, de cuyos funcionarios el gobierno desconfía. Estas innovaciones sociales comportan como requisito la organización y participación de las comunidades en la gestión del servicio, accediendo por esta vía a un derecho social negado en el pasado  (López, 2008). Algunas de las 30 misiones lanzadas, extintas y restructuradas por el gobierno bolivariano: Misión Barrio Adentro, Misión Vuelvan Caras, Misión Robinson, Misión Ribas, Misión Mercal, Misión Identidad, Misión Madres del Barrio, Gran Misión Vivienda, Misión Ciencia, entre otras.
Así se tiene que durante los últimos quince años, las empresas venezolanas se han enfrentado con un entorno volátil, lleno de incertidumbre, y complejo, caracterizado por expropiaciones de sus activos por razones políticas (sin pago de activos), un control de divisas para la importación de materias primas, precios controlados, la corrupción y conflictos laborales.
Respecto al estilo de liderazgo empresarial venezolano en el siglo XXI,  Gustavo Roosen (Ramírez, 2011), expone que en la actualidad los líderes empresariales locales se encuentran muy activos, trabajando en circunstancias muy adversas, lo que ha generado que se enfoquen mucho más en la producción de resultados en el corto plazo, en sortear un conjunto de dificultades producto de un cerco a que han estado sometidos por razones ideológicas, donde no es solamente la parte ideológica lo que obstruye su gestión, sino las intervenciones permanentes del Gobierno.
Asimismo,  según Roosen (Ramírez, 2011), el liderazgo venezolano se caracteriza por una orientación de corto plazo, una indisposición de seguir invirtiendo de manera importante en nuevas iniciativas y proyectos, su foco de atención está dirigido a mantener la producción, pero no hacer esfuerzos por aumentar la productividad y competitividad, sino sencillamente tratar de abastecer el mercado, dentro de las limitaciones impuestas por los controles del Gobierno.
No obstante, Roosen (Ramírez, 2011), indica que hay una tendencia del liderazgo empresarial venezolano hacia lo social, con una creciente de orientación pública, en la defensa de los valores de la propiedad y empresa privada, vinculada a los aspectos de carácter social, bien sea con actividades en el deporte, a la salud, o a la educación, todo lo cual es para reforzar la marca, y establecer una alternativa a la forma de empresa pública socialista, que son muy diferentes a las empresas del Estado de los años ochenta.
Es indiscutible que  el gobierno bolivariano de Chávez reto y planteó temas que no se querían ver por los diferentes actores de la sociedad venezolana. En palabras de Piñango  (Ramírez, 2011, s/p): “Todo el tema de Responsabilidad Social Empresarial, en buena medida se debe a la presión del chavismo, que destapó una olla que obligó al mundo empresarial a ver cosas que antes no querían”.
Por otra parte, el liderazgo gremial se ha fortalecido, las cámaras y asociaciones de empresarios tienen hoy en día una mayor presencia, el nivel intelectual y de formación que tienen los dirigentes gremiales es mejor que en épocas pasadas, por lo tanto, los líderes de las organizaciones venezolanas estén conscientes del sentido de compromiso con el país. También, se ha observado casos donde líderes empresariales venezolanos están incorporando al empleado a las decisiones de la empresa, de una manera proactiva y permanente, qué le está ocurriendo a la organización, y la actitud de los trabajadores hacia la empresa ha sido mucho más solidaria. Observamos noticias donde los trabajadores de Polar defienden a la empresa ante una intervención estatal o la falta de asignación de divisas para la adquisición de materias primas.
En Venezuela, está emergiendo un nuevo liderazgo de diferentes manifestaciones sociales, como por ejemplo los movimientos vecinales o comunitarios, en grupos culturales, ecológicos,  está surgiendo un liderazgo alternativo de las propias necesidades de la gente, aunque se encuentra un poco disperso, aunque  cada día está  ocupando un espacio en la vida de la sociedad venezolana (Sojo, 1998). Así se tiene el surgimiento de líderes comunitarios o vecinales que se están empoderando de los problemas de las comunidades.


Referencias bibliográficas

  

Chiavenato, I. (1981). Introducción a la teoría general de la administración. México: McGraw-Hill.

Granell, E. (1994). Recursos humanos y competitividad en organizaciones venezolanas. Caracas: Ediciones IESA.
López, M. (2008). Venezuela: Hugo Chávez y el bolivarianismo. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 55-82.
Mercado, A. (2004). Aprendizaje tecnològico y desarrollo socioinstitucional: la industria quìmica y petroquìmica en Brasil y Venezuela. Caracas, Venezuela: Centro de Estudios del Desarrollo-Universidad Central de Venezuela/Fundaciòn Polar.
Naím, M. (1989). Introducción: La gerencia en Venezuela. En M. Naím, Las empresas venezolanas: Su gerencia (págs. 3-16). Caracas, Venezuela: Ediciones IESA.
Pedraja, L., & Rodríguez, E. (2004). Efectos del liderazgo sobre la eficacia de las organizaciones públicas. Chile: Revista Facultad de Ingeniería.
Ramírez, A. (2011). Líderes de empresas. Gerente.com.
Sojo, I. (1998). Líderes e imagen pública en Venezuela: elementos para el estudio del liderazgo. Caracas, Venezuela: Fondo Editorial de Humanidades y Educación.
Soto, E. (2015). Liderazgo en la empresa privada venezolana del siglo XXI. Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, XXI(1), 107-127.
Torres, G. (2000). Un sueño para Venezuela: ¿Cómo hacerlo realidad? Venezuela: Banco Venezolano de Crédito.  

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